Ya estamos a miércoles. Parecía que no acababa de llegar el día de coger las maletas e irnos. Pero aquí estamos, a un día de nuestra marcha.
Los días previos son estresantes y llenos de muchas emociones. Son días tristes por dejar atrás todo aquello que has conocido y que amas, por las despedidas, por ser consciente de que vas a perderte momentos importantes de la vida de los demás, que no podrás estar allí para celebrar y disfrutar sus éxitos ni consolarlos en sus fracasos y penas, o que simplemente, a nuestro regreso, esas personas que significan tanto para nosotros ya no estén. Días de mucho estrés, empaquetando todo aquello que algún día esperas que tengan un sitio fijo, pensando en qué podremos necesitar y qué no, volviendo al pasado por unos instantes al encontrar algo que tenías por ahí olvidado y que te obliga a recordar momentos especiales de tu vida. Días emocionantes por la incertidumbre, por el cambio, por la nueva vida que se presenta ante nosotros, por el como será y el como estaremos, por emprender una aventura como esta.
Estos últimos días algunos de nuestros familiares me han hecho recordar aquella época en la que muchos de ellos emigraron de los pueblos del sur para buscar una nueva vida en tierras que, para ellos, eran mucho más desconocidas de lo que son hoy en día para nosotros.
Por aquel entonces las familias se separaban, algunas permanecían en los pueblos, otras venían a Barcelona sin tener trabajo con la esperanza de encontrarlo una vez llegado allí. El viaje era largo y las condiciones en las que vivían muchos no eran las mejores al principio, pero poco a poco se hicieron un sitio, poco a poco se integraron y poco a poco pasaron de ser andaluces o extremeños a ser catalanes. Y ahora volver al pueblo se les hace extraño, ya no es el lugar al que puedan llamar hogar.
Y escuchando sus historias me hacen pensar que irse no es tan duro como lo era años atrás. Hoy en día podemos viajar de un país a otro más rápido y a un precio bastante razonable, de manera que podamos ver a la familia una vez cada dos meses, podemos comunicarnos mediante Skype o mandar e-mails. Puedes ir con un contrato de trabajo y con una vivienda antes de poner los pies en tierras extranjeras.
Si alguien de los que leéis este blog está pensando en irse a vivir al extranjero, le animo a que lo haga. Pues al principio puede hacerse una montaña, puede venirnos grande y puede que veamos más contras que pros, pero si lo pensamos bien, muchas personas, y cada vez más, emigran a otros países en busca de una oportunidad y muchos de ellos tienen éxito. Eso sí, no hay que irse a las bravas, sino con un poco de sentido común y organización.
Los días previos son estresantes y llenos de muchas emociones. Son días tristes por dejar atrás todo aquello que has conocido y que amas, por las despedidas, por ser consciente de que vas a perderte momentos importantes de la vida de los demás, que no podrás estar allí para celebrar y disfrutar sus éxitos ni consolarlos en sus fracasos y penas, o que simplemente, a nuestro regreso, esas personas que significan tanto para nosotros ya no estén. Días de mucho estrés, empaquetando todo aquello que algún día esperas que tengan un sitio fijo, pensando en qué podremos necesitar y qué no, volviendo al pasado por unos instantes al encontrar algo que tenías por ahí olvidado y que te obliga a recordar momentos especiales de tu vida. Días emocionantes por la incertidumbre, por el cambio, por la nueva vida que se presenta ante nosotros, por el como será y el como estaremos, por emprender una aventura como esta.
Estos últimos días algunos de nuestros familiares me han hecho recordar aquella época en la que muchos de ellos emigraron de los pueblos del sur para buscar una nueva vida en tierras que, para ellos, eran mucho más desconocidas de lo que son hoy en día para nosotros.
Por aquel entonces las familias se separaban, algunas permanecían en los pueblos, otras venían a Barcelona sin tener trabajo con la esperanza de encontrarlo una vez llegado allí. El viaje era largo y las condiciones en las que vivían muchos no eran las mejores al principio, pero poco a poco se hicieron un sitio, poco a poco se integraron y poco a poco pasaron de ser andaluces o extremeños a ser catalanes. Y ahora volver al pueblo se les hace extraño, ya no es el lugar al que puedan llamar hogar.
Y escuchando sus historias me hacen pensar que irse no es tan duro como lo era años atrás. Hoy en día podemos viajar de un país a otro más rápido y a un precio bastante razonable, de manera que podamos ver a la familia una vez cada dos meses, podemos comunicarnos mediante Skype o mandar e-mails. Puedes ir con un contrato de trabajo y con una vivienda antes de poner los pies en tierras extranjeras.
Si alguien de los que leéis este blog está pensando en irse a vivir al extranjero, le animo a que lo haga. Pues al principio puede hacerse una montaña, puede venirnos grande y puede que veamos más contras que pros, pero si lo pensamos bien, muchas personas, y cada vez más, emigran a otros países en busca de una oportunidad y muchos de ellos tienen éxito. Eso sí, no hay que irse a las bravas, sino con un poco de sentido común y organización.
Como decía Gastón Bachelard Una experiencia bien realizada es siempre positiva
Molt bon viatge Vero!! Aqui tens un lector fidel a cada article que posis al blog! No ens deixis gaires dies sense saber de vosaltres, que segur que a Suecia descrobrireu un munt de coses que valdrà la pena compartir! :D
ResponderEliminarQue tingueu un gran inici d'aventura! Una abraçada a tu i al David!
Buen viaje pareja!!! Ya somos 2 lectores ;)Mantennos informados!
ResponderEliminarBesos!!!
Muchas gracias! Siento no contestar antes, pero estábamos sin internet (seguimos sin tener, pero le robamos un poquito al vecino mientras duerme xD)
ResponderEliminar