domingo, 24 de febrero de 2013

Estocolmo - Vivienda.

Encontrar un sitio en el que vivir pagando un alquiler razonable no es tarea fácil. La mayoría de los pisos de Estocolmo son propiedad del estado y aquel que alquila el piso adquiere un contrato que le permite vivir indefinidamente en él. Son los llamados contratos de primera mano. De esta forma el precio de los pisos está regulado. Para optar a uno de ellos hay que apuntarse a una lista donde se le da preferencia a aquella persona que lleve más tiempo inscrita (cola). El problema de este sistema es que hay demasiada demanda y la espera puede durar años. Normalmente, los padres suelen apuntar a esta lista a sus hijos una vez cumplen 16 años. Así, cuando quieran independizarse, tienen más posibilidades de encontrar un piso.

Existe otra manera de optar a una vivienda, y es buscar pisos que se alquilen a través de personas que, o bien ya disponen de un contrato de primera mano de ese piso, o bien lo han comprado a alguna cooperativa. Estos se llaman contratos de segunda mano. El inconveniente es la poca regulación de los precios de los pisos, los cuales pueden variar bastante los unos de los otros en iguales condiciones.

Para buscar piso de alquiler, la web más conocida es Blocket, donde se anuncian los alquileres de habitaciones, apartamentos y casas. Es la más recomendable para aquellas personas que vengan a estudiar aquí. Nosotros, una vez aquí, empezamos a buscar pisos y lo hicimos a través de Bostaddirekt, una web bastante fiable.

En Estocolmo lo difícil es alquilar por un largo periodo de tiempo, pues no suelen hacerse contratos de más de un año. Si tienes suerte y alquilas un piso donde el propietario quiere arrendarlo por más tiempo, puede que te haga un nuevo contrato una vez finalizado el primero. En caso contrario, puedes pasar tu estancia aquí cambiando constantemente de piso mientras no optes a uno de primera mano, pero para eso pueden pasar varios años.

A la hora de ir a ver un piso, es muy importante venderse bien. Si es posible, llevar cartas de antiguos propietarios que digan que eres un buen inquilino, o alguna carta de recomendación de la empresa en la que trabajas. Si dispones de personnummer, con eso pueden ya ver cuanto cobras al mes, pero en el caso de que aún no lo tengas, mejor llevar algún papel oficial que indique lo que vas a cobrar para que vean que eres solvente y puedes pagar el alquiler.

Los precios de unos pisos de segunda mano pueden variar de unos a otros según la localización. A las afueras de Estocolmo, los pisos de unos 40 metros cuadrados rondan las 7500SEK (889€/mes) y las 13000 SEK (1542€/mes) en el centro de la ciudad.

Nosotros vinimos a Estocolmo ya con un piso situado justo delante de la estación de Hjulsta. El alquiler de este piso se hizo a través de la universidad (KTH). Se trata de un piso amueblado de unos 60 metros cuadrados con un dormitorio, una cocina, un baño y un salón comedor. El alquiler del piso es de 6500 SEK/mes (771€/mes), donde se incluye el agua, la luz, residuos, calefacción e Internet. El piso en sí está bastante bien, recién renovado, espacioso y grande. Lo que nos ha hecho cambiar de piso  rápidamente ha sido: la distancia al centro, el ser un piso de planta baja y el barrio, que apenas había nada que hacer en él.

Después de buscar durante una semana y media, a través de la web de Bostaddirekt y mediante el KTH, hemos podido encontrar un piso en Gärdet, a unos 15 minutos a pie del trabajo de David. Es de 40 metros cuadrados, un comedor, una habitación, una cocina, un baño y un pequeño balcón. Es un ático amueblado y con todo incluido  El alquiler es de 12000 SEK/mes (1400€/mes). Es caro, pero por la localización, la tranquilidad del barrio y la cercanía al trabajo de David vale la pena. Esperamos trasladarnos en menos de una semana.

Quizá nos apuntemos a las listas que hay para conseguir un piso con un contrato de primera mano. Nunca se  sabe si algún día te hará falta.


domingo, 17 de febrero de 2013

Primeros días en Estocolmo

Solo hace una semana que hemos llegado a Estocolmo y tengo la impresión de que han pasado meses. 

Desde que hemos llegado no hemos visto la luz del sol. Es bastante extraño ver pasar los días, todos iguales, con el mismo cielo encapotado y  con una nieve que no se deshace. Se me hacen bastante monótonos en ese sentido, acostumbrados a los días de sol y a veces de lluvia en Barcelona,  donde muy ocasionalmente cae algún copo de nieve que al llegar al suelo se deshace rápidamente.

Tampoco es que hayamos podido disfrutar de las distracciones que el centro de la ciudad pueda ofrecernos, pues estamos viviendo actualmente en Hjulsta, en el extremo más alejado de la línea azul de metro, y se nos hace bastante largo el trayecto sin contar que, al hacerse de noche tan pronto, apenas se pueden apreciar los lugares por donde pasas.

Si os soy sincera, no está siendo un inicio muy agradable en muchos sentidos. En pocos días ya hemos empezado a ver los pros y los contras de esta ciudad, los cuales iré contando detalladamente en los próximos posts.

A pesar de todo, y aun estando todo nevado y sin apenas horas de luz, Estocolmo me parece una ciudad muy agradable. Me gusta el frío y la nieve, antes que la lluvia, y supongo que eso también es un punto a favor. Los suecos, eso sí, ya están bastante cansados del invierno y están deseosos de que llegue abril, y con él, el buen tiempo.

Por lo visto, en invierno, las temperaturas en Estocolmo se mantienen alrededor de los 0ºC, así que normalmente no pasamos frío si vamos bien abrigados. En contadas ocasiones se puede llegar a temperaturas que bajan de los -10ºC. En tal caso, apenas puedes estar en la calle durante largos periodos de tiempo. 
Dentro de las casas, de los centros comerciales, del transporte público o de las oficinas las calefacciones están realmente altas, y en algunos sitios poco soportables. De lo que me he dado cuenta es que los suecos no llevan un abrigo demasiado grueso, supongo que es porque pasan más tiempo dentro de algún  lugar resguardado que en la calle.

Una vez te das una vuelta por el centro, ves que la gente se refugia mucho en alguno de los miles de bares y restaurantes que hay, sobretodo a la hora del fika (pausa para el café). Siempre están llenos. He de decir que todos ellos tienen un ambiente muy cálido, con luces tenues y velas en las mesas. Me parecen bastante románticos y acogedores.

De momento me sigo sintiendo extraña en esta ciudad, perdida cuando camino por sus calles, extranjera cuando no entiendo ni una palabra de lo que me dicen (que por suerte, todo el mundo habla inglés). Pero supongo que con un poco de paciencia y dejando pasar el tiempo, nos iremos haciendo a todo ello.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Días previos

Ya estamos a miércoles. Parecía que no acababa de llegar el día de coger las maletas e irnos. Pero aquí estamos, a un día de nuestra marcha.

Los días previos son estresantes y llenos de muchas emociones. Son días tristes por dejar atrás todo aquello que has conocido y que amas, por las despedidas, por ser consciente de que vas a perderte momentos importantes de la vida de los demás, que no podrás estar allí para celebrar y disfrutar sus éxitos ni consolarlos en sus fracasos y penas, o que simplemente, a nuestro regreso, esas personas que significan tanto para nosotros ya no estén. Días de mucho estrés, empaquetando todo aquello que algún día esperas que tengan un sitio fijo, pensando en qué podremos necesitar y qué no, volviendo al pasado por unos instantes al encontrar algo que tenías por ahí olvidado y que te obliga a recordar momentos especiales de tu vida. Días emocionantes por la incertidumbre, por el cambio, por la nueva vida que se presenta ante nosotros, por el como será y el como estaremos, por emprender una aventura como esta.

Estos últimos días algunos de nuestros familiares me han hecho recordar aquella época en la que muchos de ellos emigraron de los pueblos del sur para buscar una nueva vida en tierras que, para ellos, eran mucho más desconocidas de lo que son hoy en día para nosotros.

Por aquel entonces las familias se separaban, algunas permanecían en los pueblos, otras venían a Barcelona sin tener trabajo con la esperanza de encontrarlo una vez llegado allí. El viaje era largo y las condiciones en las que vivían muchos no eran las mejores al principio, pero poco a poco se hicieron un sitio, poco a poco se integraron y poco a poco pasaron de ser andaluces o extremeños a ser catalanes. Y ahora volver al pueblo se les hace extraño, ya no es el lugar al que puedan llamar hogar.

Y escuchando sus historias me hacen pensar que irse no es tan duro como lo era años atrás. Hoy en día podemos viajar de un país a otro más rápido y a un precio bastante razonable, de manera que podamos ver a la familia una vez cada dos meses, podemos comunicarnos mediante Skype o mandar e-mails. Puedes ir  con un contrato de trabajo y con una vivienda antes de poner los pies en tierras extranjeras.

Si alguien de los que leéis este blog está pensando en irse a vivir al extranjero, le animo a que lo haga. Pues al principio puede hacerse una montaña, puede venirnos grande y puede que veamos más contras que pros, pero si lo pensamos bien, muchas personas, y cada vez más, emigran a otros países en busca de una oportunidad y muchos de ellos tienen éxito. Eso sí, no hay que irse a las bravas, sino con un poco de sentido común y organización.

Como decía Gastón Bachelard Una experiencia bien realizada es siempre positiva